Edificio Inteligente, el edificio inteligente que ofrece un uso y un consumo de energía más eficientes

La construcción inteligente y la transformación de un edificio inteligente se basan en soluciones del Internet de las Cosas. Gracias al IoT, un edificio puede conectarse apuntando a generar un ahorro y la optimización de costos. Las estructuras conectadas se convierten en auténticas plataformas de servicios con una amplia gama de usos.

En un primer momento, los equipamientos conectados se encargan de captar una enorme cantidad de datos relativos a los ocupantes: temperatura, niveles de CO2, presencia, presión, nivel de ruido, apertura de puertas… las posibilidades pueden ser numerosas. Esta amplia gama de datos se enriquece con información de terceros, es decir, que provienen del exterior de la infraestructura, como el tiempo, la humedad, el tráfico, etc. Por último, una vez conectados, todos estos datos son analizados y enriquecidos, sobre todo con el objetivo de reducir el consumo de energía. Esta es una de las características de los edificios inteligentes.

El objetivo primordial es pensar o repensar el edificio en función de sus actividades, con vistas al Edificio como Servicio.

Este concepto consiste en pensar en el edificio de otra manera, es decir, dejar de pensar en la estructura para pensar en los usos presentes y futuros. Todo debe estar diseñado para satisfacer las necesidades de los ocupantes y hacerles la vida lo más fácil posible. Por tanto, los servicios ofrecidos se integrarán directamente y se diseñarán para que el edificio mejore la comodidad y el bienestar de los ocupantes.

Gracias a las tecnologías digitales, y en particular al Internet de los objetos, los edificios se están convirtiendo en auténticas plataformas de servicios, en beneficio tanto de los usuarios como de los operadores.

En este sector, la innovación se centró a menudo en los métodos de construcción. Hoy en día, a medida que el mundo conectado se generaliza y las prácticas se vuelven más digitales, las necesidades cambian y las organizaciones responden a estos cambios con soluciones innovadoras.

Con el objetivo de reducir gastos, ofrecer mejores condiciones a las personas (en el trabajo, por ejemplo) y proteger el medio ambiente, las infraestructuras y los edificios inteligentes representan por definición el futuro, y el Internet de las cosas es uno de los motores del cambio.

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• La optimización de los recursos energéticos mediante una mejor supervisión y gestión
• Una mayor seguridad con potentes sistemas de alarma y vigilancia en tiempo real
• El mantenimiento preventivo para anticiparse a las averías e identificar los fallos de funcionamiento.

Es importante no centrarse únicamente en la tecnología, ya que, si bien es cierto que los datos son una auténtica mina de oro para crear valor, no debemos pasar por alto el valor social y humano.

Es importante garantizar que los edificios inteligentes se conciban en asociación con otros objetos de las ciudades inteligentes, como las infraestructuras, las redes de telecomunicaciones, las redes eléctricas descentralizadas (también conocidas como redes inteligentes) y los servicios de movilidad.

En el marco de las ciudades inteligentes, los edificios inteligentes contribuyen a optimizar los espacios urbanos y a desarrollar servicios que respondan a las expectativas de consumidores y ciudadanos.

Por último, todos los sistemas y sensores deben poder comunicarse entre sí y controlarse a distancia, de forma centralizada desde una única interfaz, para facilitar la toma de decisiones.

• Pensar en el bienestar de los ocupantes

En el trabajo: facilitar la vida diaria de los empleados conectando edificios de oficinas es un ejemplo típico. Los edificios conectados pueden utilizarse para fines muy diversos, como ajustar la temperatura, la iluminación o las persianas en función de factores externos como el entorno, el tiempo o las preferencias individuales. Las soluciones IoT permiten ajustar y personalizar todos los parámetros.

En la obra gruesa, todos los componentes pueden conectarse. Por ejemplo, las papeleras pueden equiparse con sensores para facilitar su recogida y ofrecer a los usuarios una visión más clara de los volúmenes de residuos que producen. Del mismo modo, los aseos conectados contribuyen a optimizar el número de operaciones de mantenimiento y a mejorar los niveles de higiene, por ejemplo, permitiendo notificar incidentes.

• Pensar en la seguridad

Gracias al Internet de las Cosas, todos los puntos de acceso a un edificio pueden equiparse con sensores para detectar cuándo se abren o cierran puertas y ventanas, según la hora del día o de la noche.

Un caso de uso clásico es la instalación de cámaras inteligentes capaces de reconocer comportamientos anómalos y evitar así intrusiones y agresiones mediante la activación de alertas, por ejemplo.

La seguridad también incluye la protección de los flujos de datos entre sistemas comunicantes.

• Pensar en tiempo real

Hasta ahora, los sistemas de señalización digital limitaban la distribución de información a la que estaba disponible, almacenada y establecida de antemano. Los sistemas conectados pueden ahora transmitir información a distancia y en tiempo real a interfaces específicas.

• Pensar en la gestión de la energía

Los edificios inteligentes implican inevitablemente una gestión eficiente de los recursos energéticos: calefacción, aire acondicionado, iluminación, CO2, etc. La implementación de soluciones IoT en los edificios permite un uso inteligente de los recursos. Por ejemplo, adaptando los ajustes en función del número de visitantes, las franjas horarias, los días de la semana, etc.

Gracias al IoT, es posible conectarse directamente a los contadores para recopilar datos detallados sobre el consumo de energía, que pueden utilizarse para detectar anomalías o aparatos que consumen mucha energía.